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Chile ~ Argentina
CHILE
La ubicación de Chile mantiene al país en cierto aislamiento ya que está separado del resto del continente por cuatro accidentes geográficos muy relevantes. El desierto de Atacama, en el norte, es probablemente el lugar más seco de la tierra ya que ni siquiera todos los años se recogen precipitaciones suficientes para poder cuantificarlas. En el este se encuentra la cordillera de los Andes con una altura media que ronda los 4.000 metros y que en su techo casi alcanza los 7.000. Al oeste el océano Pacífico y al sur los hielos de la Patagonia frente a la Antártida. Estos accidentes geográficos ofrecen muy diversas condiciones para el desarrollo del viñedo por lo que Chile puede considerarse un país único en el mundo del vino.
Chile, gracias a este accidentado y peculiar relieve, tiene más diversidad de suelos y climas de este a oeste que de norte a sur. El clima presenta en general característica de tipo mediterráneo, es seco y con temperaturas cálidas. Marcado por la baja humedad atmosférica y la amplia variación térmica día-noche lo más relevante es la elevada radiación solar. Estos factores son de especial importancia para el viñedo ya que su combinación favorecerá unos largos periodos de maduración, con la consiguiente elevación de la calidad de las uvas.
La fuerte influencia de la corriente de Humboldt en la temperatura del aire sobre el mar conlleva que durante el día frescas brisas marinas soplen desde el litoral hacia el interior, llenando el vacío dejado en el valle por el aire cálido que asciende desde el este. Por las noches el aire frío que desciende de las montañas hace que los vientos frescos soplen a la inversa. Estas condiciones favorecen una larga temporada de crecimiento que permite desarrollar aromas complejos a la vez que se mantiene la acidez en las uvas. Aunque el régimen de precipitaciones en Chile sea en general muy bajo, este aire frío y húmedo que penetra desde el mar ayuda a hidratar los viñedos. En la agricultura chilena el regadío, procedente principalmente de ríos alimentados por el deshielo, es imprescindible porque las precipitaciones son escasas. El tradicional riego por inundación se está sustituyendo por el riego por goteo, mucho más eficiente y controlable.
La vid se estableció en Chile, procedente de Perú, de la mano de los españoles en el siglo XVI. Las variedades criollas se instalaron en el norte, en zonas cercanas al desierto de Atacama, donde a pesar del sofocante calor los viñedos de regadío plantados en emparrado se convirtieron en la fuente principal de uvas para la elaboración del pisco, producto obtenido de la destilación de vino.
Tras su guerra de independencia en 1810, Chile comienza la que es conocida como fase francesa de la viticultura. Las grandes fortunas deciden crear sus grandes fincas de viñedos, a imagen de los franceses, en los valles al sur de Santiago. Allí se establecen algunos de los viñedos más antiguos del país y que aún hoy siguen en producción. Las variedades criollas como País y otras, dominantes en aquella época, se arrancan para dejar espacio a variedades francesas de calidad, principalmente bordelesas, como Cabernet Sauvignon, Merlot, Carmenère, Chardonnay y Sauvignon Blanc. Afortunadamente estas variedades se trasladan a Chile desde Francia antes de la entrada de la filoxera en Europa por lo que hoy en día siguen plantadas en pie franco al estar el país libre de esta plaga. Al mismo tiempo se recurre al consejo de enólogos franceses, que aportaron las modernas técnicas de aquel momento, y las circunstancias hacen que una Europa sedienta por la devastación de sus viñedos causados por la plaga compre todo lo que se produce en el país. Esta coincidencia fortuita permite vivir una breve época dorada al vino chileno, en la que el volumen terminó siendo más importante que la calidad.
La crisis posterior por la pérdida de las exportaciones masivas, debida a la recuperación del viñedo europeo gracias a la implantación de los patrones de pie americano, duró hasta finales de los años 70 del siglo XX. La llegada al país en esos momentos del español Miguel Torres puede considerarse como la influencia externa más importante que ayudó a colocar a Chile en el mapa internacional del vino. Él llevó los equipos modernos de vinificación y empujó a los viticultores a seleccionar las mejores variedades y a buscar los mejores terroirs. 20 años después Chile incrementaba sus exportaciones a ritmos del 50% anual durante varios ejercicios hasta que la llegada del siglo XXI y la creciente competitividad han supuesto un nuevo reto. Chile no se ha deshecho aún de su imagen de vino básico, correcto y barato en un mundo que valora la diferencia. El vino chileno necesita una nueva imagen de país productor de vinos de calidad para relanzar sus exportaciones y parece que la variedad Carmenère, la apuesta elegida, puede jugar la misma carta que Malbec en Argentina, pero aun es pronto para saberlo.
Junto a la elección de Carmenère, prácticamente inexistente en los viñedos de otros países, como variedad estrella los chilenos han comenzado también a apostar por la producción de vinos a pequeña escala procedentes de las mejores combinaciones de terroirs y variedades . A mediados de los años 90 el Ministerio de Agricultura chileno creó las Denominaciones de Origen. Con esta normativa sólo se regula el ámbito geográfico y algunas reglas de etiquetado, por lo que no existen restricciones de variedades, prácticas de viticultura o técnicas enológicas a utilizar. Los vinos deben utilizar al menos un 75% de uvas de la zona para poder utilizar una designación y al menos un 75% de la variedad para etiquetarse como monovarietal pero para cumplir con las leyes de algunos de los principales países de destino de sus vinos, como la Unión Europea, la mayoría de productores utiliza al menos un 85% en ambos casos. También están regulados otros términos de etiquetado, como los indicaciones de envejecimiento, pero tienen escaso significado ya los productores suelen usarlos sólo como distintivos de niveles de calidad superiores.
El país se dividió en 6 grandes Regiones Vitícolas diferentes, de norte a sur: Atacama, Coquimbo, Aconcagua, Valle Central, Regiones del Sur y Región Austral. Estas 6 Regiones se dividen en varias Subregiones que a su vez pueden dividirse en Zonas y múltiples Áreas.
LISTADO DE REGIONES Y SUBREGIONES
ATACAMA (Valle de Copiapó, Valle del Huasco)
COQUIMBO (Valle del Elqui, Valle del Limarí, Valle del Choapa)
ACONCAGUA (Valle del Aconcagua, Valle de Casablanca, Valle de San Antonio)
VALLE CENTRAL (Valle del Maipo, Valle del Rapel, Valle de Curicó, Valle del Maule)
REGIÓN DEL SUR (Valle de Itata, Valle del Bío-Bío, Valle del Malleco)
REGIÓN AUSTRAL (Valle del Cautín, Valle de Osorno).
Argentina
Argentina se extiende desde el paralelo 22° S al 54°S, con una extensión de Norte a Sur de 3694 km. La longitud es variada y alcanza un ancho máximo de 1500 km. Además de su gran extensión, con la cual se puede explicar la diversidad de climas, posee diversas altitudes que van desde la Cordillera de los Andes en el Oeste hasta el Océano Atlántico en el Este.
En la actualidad, Argentina cuenta con los viñedos más altos del mundo y con algunos de los viñedos más australes. Junto a sus suelos pobres y la gran cantidad de rayos solares logra una gran diversidad de variedades y estilos.
Clima:
Más del 98% de sus viñedos poseen clima continental semi-desértico con temperaturas medias que van desde 15° C a 19° C. El régimen de lluvias se concentra principalmente en verano cercano a la época de cosecha y la pluviometría varía entre 100 y 300 mm anuales, lo que vuelve imperante el uso del riego.
El agua de riego en su mayoría proviene de deshielos a través de ríos superficiales o subterráneos y acuíferos naturales. El tipo de riego utilizado puede ser por inundación, surco o goteo.
Los principales riesgos climáticos son el granizo, las heladas tempranas o tardías, los vientos durante la floración o el viento Zonda en la zona de Cuyo.
Suelo:
Los suelos son relativamente nuevos, siendo la mayoría Cuaternarios, pertenecientes a la Era Cenozoica, es decir, desde dos millones y medio de años atrás hasta la actualidad.
Suelos de origen coluvial, aluvional, éolico o fluvio glaciar que han dejado cantos rodados y arcilla, limo y arena con diferentes proporciones más trazas de minerales. Se pueden encontrar sectores con granito, concentraciones de carbonatos de calcio e incluso suelos de origen volcánico, pero estos son las excepciones.
Historia:
La producción y consumo de vinos de Argentina se remonta a más de cuatrocientos años, cuando los primeros especímenes de “vitis vinifera” fueron traídos a América por los colonizadores españoles a comienzos del siglo XVI.
En el año 1551 se introdujo el cultivo en la Argentina y se propagó por el centro, oeste y noreste del país. Favorecida por las óptimas condiciones climáticas y de suelo de la región andina, la vitivinicultura manifestó un amplio y acelerado desarrollo.
Los sacerdotes católicos que llegaron a estas tierras establecieron viñedos cerca de sus monasterios, para poder asegurar el vino necesario para celebrar la santa misa.
Durante el siglo XIX, los inmigrantes europeos trajeron nuevas técnicas de cultivo y otras variedades de cepas, que hallaron en Los Andes y el Valle de Río Colorado, el hábitat ideal para su crecimiento.
Entre 1850 y 1880 Argentina logró incorporarse a los circuitos económicos mundiales. Dos factores facilitaron esto. Por un lado, los ferrocarriles que afianzaron las comunicaciones entre las provincias del interior. Por el otro, la incorporación de tierras de la Patagonia al territorio nacional tras la campaña del desierto. La expansión de superficies aptas para la actividad agropecuaria y la inmigración fueron condiciones para que la industria vitivinícola se asentara como industria nacional.
Durante este período se creó la Quinta Normal de Agricultura de Mendoza en 1853, primera escuela de Agricultura del país. Michel Aimé Pouget fue director de la Quinta y fue el primero en introducir cepajes franceses a Mendoza, propagar su cultivo y enseñar métodos científicos en el aprovechamiento de los frutos. Tanto en Mendoza como en San Juan comenzaron a producirse transformaciones tendientes a la modernización de esta actividad.
Tanto la sanción de la Ley de Aguas y la creación del Departamento General de Irrigación como la suma de medidas de fomento agrícola y crédito para el cultivo, la construcción de bodegas y la dotación de máquinas y equipamiento tecnológico moderno además de la formación de recursos humanos capacitados para desarrollar la vitivinicultura con bases científicas facilitaron la ampliación de hectáreas cultivadas con vides y el aumento en la cantidad de vino elaborado.
En 1873 Argentina contaba con una superficie de 2.000 hectáreas y en 1893 la superficie de vides se había quintuplicado a unas 10.000 hectáreas.
El aumento de la superficie cultivada con vides y el crecimiento de bodegas produjeron cambios en el territorio, en el paisaje y en la arquitectura.
A comienzos de 1990 la cantidad de superficie plantada era de 210.371 hectáreas.
Ya en la década del 60’ el circuito de producción y elaboración de vino se completaba en los grandes establecimientos vitivinícolas, con plantas de fraccionamiento y una sólida red de comercialización distribuida en los principales centros de consumo del país.
En 1970 se produjo un quiebre en el modelo centrado en la producción de grandes volúmenes vínicos de baja calidad dirigida al mercado interno. La irrupción de bebidas gaseosas y cerveza provocó una caída en la demanda del consumo de vino común que pasó de 90 litros per cápita en 1970 a 55 litros en 1991. Entre 1982 y 1992 se produjo una gran erradicación de viñedos que representó el 36% de los viñedos existentes en ese entonces.
Entre fines de 1980 y principios de 1990 se inició una nueva etapa en la vitivinicultura argentina. La entrada de la economía nacional en el neoliberalismo implementó un modelo de ajuste de la economía integrando a los territorios al mercado mundial. Surgieron nuevos empresarios nacionales y extranjeros, que orientaron su industria a pequeñas producciones de altísima calidad, tanto para el consumo interno como para la exportación. Debido a la incorporación de tecnología de elaboración, sistema de cultivo, selección de cepaje y nuevos sistemas de comercialización, la industria vitivinícola argentina se ha posicionado en el mercado internacional.
Actualmente la superficie cultivada en Argentina es de 223 mil hectáreas concentrándose más del 95% el cultivo en la Región de Cuyo (Centro-Oeste del país). (1) Y cuenta con 881 bodegas en producción.
El mapa argentino vitivinícola se compone de cinco regiones principales. De Norte a Sur son las siguientes:
- Región de salta y Catamarca
- Región de La Rioja
- Región de san juan
- Región de mendóza
- Región del sur de argentino.
Variedades: MALBEC
Argentina produce las variedades internacionales pero logra diferenciarse con vinos de cepas peculiares, como la Torrontés que es una uva blanca aromática, casi rústica pero con carácter propio y la tinta Malbec que se caracteriza por dar vinos intensos y frutados.
El Malbec es la cepa insignia de Argentina; el país que tiene mayor superficie de Malbec en el mundo. Es una cepa originaria del Sur Oeste francés, en donde es llamada Côt, de estilo tánico y duro. Por su intenso color y sus matices oscuros, los vinos obtenidos con esta variedad se llamaban “los vinos negros de Cahors”. Estos vinos se consolidaron en la Edad Media y terminaron de fortalecerse en la modernidad.
La conquista del mercado inglés fue un paso decisivo en la valoración de esta cepa en Inglaterra y en el mundo.
En 1852 esta variedad es traída a Argentina por Michel A. Pouget, Ingeniero Agrónomo francés contratado por el gobierno nacional de este país.
En 1863, la plaga de filoxera destruyó la viticultura francesa, por lo que el “Cot” cayó en el olvido dejando, sin embargo, una cultura de apreciación del Malbec ya construida.
El Malbec en particular se adapta rápidamente a los diversos terruños que ofrece la geografía del país y comienza a producir vinos incluso mejores que en su tierra de origen.
Argentina se convierte en el único país en el que se encuentran cepas originales de Malbec auténticamente provenientes de Francia.
Aquí os dejo la presentación para poder ojearla.
Vinos a catar:
Son 5 vinos, dos chilenos un rosado reserva 2016 de Bodegas Santa Digna y un tinto reserva 2015 de Bodegas Casillero del Diablo, ambos están elaborados en la zona del valle central. los otros tres vinos son argentinos. El primero vino tinto de malbec 2017 elaborado por la Bodega La Consulta, el segundo vino también es un vino tinto malbec 2017 de Bodegas Séptima y el ultimo vino tinto es un reserva 2015 elaborado por Bodegas y Viñedos Santiago Graffigna.
El orden de la cata es la de la foto.
Vista | Olfato | Gusto | Puntuación | |
1 | Color cereza con un brillo medio. Se observa bastante capa. | Notas perfumadas de fruta madura, como la ciruela y la fresa.
Con una sensación muy dulzona. |
Paladar de gran cuerpo y fina acidez. Elegante y va evolucionando hacia un prolongado retrogusto. | |
2 | Color rojo purpura | Nariz poco intensa, donde destaca el aroma a especiados, destacando la nuez moscada. Con unos toques herbáceos. | Equilibrado en boca , muy afrutado con un final de boca largo , donde destacan los taninos dulces. | 10 |
3 | Color rojo oscuro y muy brillante. | Aroma muy intenso y atrayente. Destaca la fruta como la ciruela principalmente pero con unas notas de regaliz. | Vino equilibrado en cuanto al dulzor alcohólico y la acidez. Es un vino robusto, es decir con cuerpo y muy sabroso a media boca.
El final de boca es largo donde destacan los taninos dulces y unos toques balsámicos. |
21 |
4 | De color rojo picota intenso, brillante, con un borde violáceo | La intensidad en nariz es media – alta, predominando los frutos rojos maduros, con un ligero y agradable toque a vainilla | En boca es elegante, potente pero suave y fácil de beber. Ligeros toques herbáceos y un agradable final en boca persistente. | 17 |
5 | Color rojo picota madura muy bien cubierto de capa, con tonalidades ligeramente granates | Muy fragante y compleja nariz, con aromas de fruta como la fresa y la ciruela, combinados con notas de regaliz y mentolados. | En boca resulta carnoso y bien estructurado, con unos taninos nobles y aterciopelados y una buena carga frutal. En su fi al, largo y persistente, regresan las reminiscencias especiadas que anunció la nariz. | 12 |
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