Descripción: se trata de un crianza de 2018 elaborado de forma tradicional en la región de Rioja Alavesa, concretamente en Navaridas, un pequeño pueblo con tradición vitivinícola. Su elaboración se desarrolla en las Bodegas Rodolfo García Martelo, bodega familiar que elabora de forma tradicional(maceración carbónica), en lagos abiertos con el pisado de la uva, para una extracción lenta y completa de todos los componentes del hollejo.

Se trata de un vino con una graduación de 14,5% vol., compuesto en su mayoría de la variedad tempranillo(90%), y un 10% restante, con la variedad graciano, que le aporta una acidez y una estructura característicos al vino. Su envejecimiento se lleva a cabo en barricas de roble americano en su mayoría, y su venta esta destinada a particulares, bares y restaurantes del territorio nacional. El precio de la botella en bodega es de 5€, en restauración lo podemos encontrar a precios de entre 10 y 12€.

CATA: La temperatura a la que estamos catando este vino es de unos 13-15ºC. En primer lugar descorchamos la botella y observamos el tipo de corcho que se utiliza, en este caso se trata de un corcho natural de primera, de la empresa AMORIM, situada en Navarrete.

Fase visual: Encontramos un vino limpio y brillante, con una intensidad de color media-alta, ya que a pesar de haber pasado por barrica, no olvidemos que procede de una elaboración de maceración carbónica, donde los vinos adquieren una alta intensidad de color (+azules). Tras el paso por barrica, ha ganado en rojos, reflejándose tonos rubís.

Fase olfativa: Se trata de un crianza diferente al que podemos estar acostumbrados(despalillado), ya que, a copa parada, seguimos detectando los aromas primarios predominando sobre los terciarios(de crianza). Al agitar la copa, empezamos a notar esos toques avainillados tan típicos del roble americano, pero el poder aromático de la fruta sigue resaltando sobre estos, dándonos aromas de frutas más maduras, como puede ser la ciruela pasa. Su graduación, a pesar de ser alta, esta bien disimulada, y no se aprecia un aroma demasiado alcohólico.

Fase gustativa: En boca, crianza ligero en la entrada. Lo primero que detectamos es el dulzor en la punta de la lengua, seguido de una suave aspereza en la parte central de la lengua, aportada por su paso por madera, no olvidemos que se trata de un crianza de 2018, embotellado hace apenas 2 meses y medio. Es un crianza fácil de beber, que a pesar de su grado, no se hace pesado ni ardiente, sino que transmite una ligera untuosidad que genera una entrada suave. En cuanto al gusto notamos esos avainillados mezclados con frutas maduras, y con el paso del tiempo, aparecen ciertos toques lácteos procedentes de la fermentación maloláctica. En el retrogusto, el vino nos sorprende con aromas acompotados y de manzana asada, que recuerdan al olor que desprenden los vinos recién pisados en los depósitos, cuando se encuentran en plena fermentación alcohólica y en movimiento constante.

Conclusión: En definitiva, nos encontramos un vino de aspecto brillante, con una buena intensidad de color, y tonos rubís, agradable en nariz, fino y con un carácter primario predominando sobre las vainillas y tostados del roble, que van apareciendo con el movimiento de la copa y que en boca tiene una entrada ligera y a su vez un buen equilibrio y complejidad que nos da gustos cambiantes pero agradables. Un vino agradable, equilibrado y completo.